Remaud pone el foco en la tensión que se genera entre querer estar solo y la vida en sociedad.
Empieza hablando de gente que se fue a los polares extremos del planeta, después de los que suben montañas, de los monasterios alejados, del contacto purificador y/o sanador con la naturaleza.
Usa a Henry David Thoreau como hilo conductor y lo matiza con Rousseau, Montaigne, Arendt o Kerouac.
Personalmente diría que hay mucho Thoreau pero es que ese señor es una síntesis bastante justa de lo que quiere demostrar el autor: no se puede vivir en completa soledad pero hay que tomar distancia de la sociedad para poder reflexionar sobre ella y transformarla